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Hace mucho tiempo, en la era que actualmente conocemos como media, vivió un akritai en una tierra lejana, el se enorgullecía de ir a luchar cuando se lo pedían y defender en honor a su patria; sin embargo al pasar de los años se dio cuenta que aún habiendo ido a tantas batallas, y habiendo defendido con gran valentía a su patria, sentía que algo le seguía faltando, no era valentía, esa la había adquirido al pasar de las batallas, no era fuerza, pues el era considerado de los más fuertes de su grupo, no era tampoco carisma, la gente de su pueblo lo amaba, y tampoco era sabiduría, las duras batallas le habían enseñado grandes cosas, pero entonces ¿ qué era? , pensó y pensó, los minutos se convirtieron en horas, las horas en días, los días en meses, y no lograba percatarse de que era lo que faltaba. Desanimado y frustrado vivía día a día esperando un día encontrar una respuesta, y después de varios meses sucedió algo muy extraño, se topo con un viejo , alguien de aspecto simple y serio , pero que emanaba una energía tan fuerte que era imposible no voltear a verlo, éste se le acerco y le preguntó si era él una alma perdida y frustrada, confundido el akritai contestó que si , que definitivamente se sentía sin rumbo y que se encontraba frustrado al no poder saber la razón de porque le sucedía aquello; el viejo lo miró y al cabo de un tiempo sonrió, no una sonrisa de felicidad, sino de alguien que ha encontrado justamente lo que busca, le conto pues que había una misión, una misión que solamente podía cumplir una persona, y ese era él, así que lo envió en una complicada misión a través de distintos pueblos, villas y ciudades, a travesó mares , y no pudo completar aquella misión, murió pues y viciado con su misión se quedó en la tierra, navegando y cabalgando por todo el mundo esperando algún día encontrar aquella misión que le habían encomendado: encontrar al amor de su vida.